Una banda en el escenario con 3 tipos y una mujer. Un sonido de guitarras profuso, de música no wave, experimental, con raíces punk, independiente y underground. Para ser una banda inclasificable, como a veces se la denominó, Sonic Youth recibió toda clase de etiquetas por parte de la crítica, que por algún motivo suele sentirse mucho más tranquila cuando puede encajar a alguien en su sistema de categorías.
“Es sobre todo un alma inquieta que observa, siente y que tiene la capacidad de transformar todo“
Tres décadas de música después, la banda se deshizo pero la mujer siguió adelante, huyendo todavía de las etiquetas que siempre le han perseguido: madrina del underground, icono de la música independiente o “la chica de la banda”, como la bautizó un crítico inglés. El escenario del Primavera Sound acogió a Kim Gordon después de un recorrido vital y artístico que ha ido mucho más allá de la música. Barcelona dio cabida a las notas disonantes, la voz que es a la vez grito reivindicativo y susurro sensual, y a las melodías arrítmicas de su primer disco en solitario, No home record. La artista de 69 años era una de las grandes esperadas del festival, donde mostró de nuevo su carisma y la capacidad de asombrar con su simple presencia en el escenario.
Conquistar el propio espacio
Varias décadas de vida dedicadas al arte avalan a Kim Gordon como alguien a quien merece la pena seguir. Ella se define a sí misma como artista visual y no como músico y es que más allá de su recorrido con Sonic Youth, la artista ha escogido el camino de la expresión artística con todas sus consecuencias. Como diseñadora de moda en los 90 con la firma X-Girl, como actriz en varias películas como I’m not there o Boarding gate (ambas de 2007), y Don’t worry, he don’t get far on foot (2018), o como escritora con sus 2 libros de memorias (Girl in a band y No icon), Gordon no ha dejado de experimentar. Es sobre todo un alma inquieta que observa, siente y que tiene la capacidad de transformar toda esa vivencia interior y reflexión en producción artística.
En su primer libro de memorias, Girl in a band, Gordon nos presenta como punto de partida a la niña y adolescente que fue, sensible y tímida, con unos primeros años de vida marcados por la relación y convivencia con su hermano Keller. Diagnosticado con un problema de salud mental grave, Keller solía atormentarla y reírse de ella cuando se atrevía a mostrar sus sentimientos. La sensibilidad de Gordon se tornó en vulnerabilidad en ese entorno, en el que no encontraba un espacio donde expresarse. Según ella misma cuenta, Keller fue la persona que más influyó en que se convirtiera en quien hoy es, aunque fue ella misma quien encontró la forma de liberarse de esa figura represiva a través del arte.
“Torrente de sensibilidad introspectiva encarna el misterio y el magnetismo“
Viendo su paso por Sonic Youth, nadie diría que Gordon fuera un animal de escenario. Cuando se la contempla en alguno de los antiguos videos de sus actuaciones con la banda, vemos cómo toca la guitarra o canta, a menudo con la cara oculta con oportunos mechones rebeldes de cabello. Se diría que su movimiento es de ocultación y al mismo tiempo de vibración intensa en una especie de trance. Es imposible saber qué siente o qué le pasa por la cabeza, si está presente o más allá en una dimensión que la alberga solo a ella, pero es evidente que le están ocurriendo muchas cosas.
Ese torrente de sensibilidad introspectiva encarna el misterio y el magnetismo que la caracterizaban antes y siguen haciéndolo ahora. Afirma que a día de hoy sigue siendo una mujer tímida y quizás por eso en el escenario parece algo esquiva y distante, mientras conecta con el público a través de su particular forma de expresar su sensibilidad.
No home record
En su único disco en solitario hasta la fecha, No home record, la artista hace una crítica al convencionalismo del ocio y del consumismo actual, como en el tema Air Bnb, donde canta “Blue towels, and water bottles (…) Airbnb gonna set me free”. En otro de los versos exclama “you’re a plague”, ya sin miramientos de ninguna clase hacia ese tipo de negocio que transforma y pervierte ciudades. En el vídeo de Sketch Artist, Gordon se convierte en una conductora de coches de la empresa “Unter” y con su mirada va matando a los peatones con los que se cruza. Quizás alude así al poder que la mirada externa puede tener en la vida de las personas, o simplemente, se erige en personaje que encarna el mal puro, en representación de esas empresas que son símbolo del capitalismo más atroz. El video de esta canción, dirigido por Loretta Fahrenholz, es en sí mismo una pieza de arte en el que la estética tiene un papel
protagonista.
En otros temas del álbum sigue recorriendo distintos asuntos, como en Paprika Pony, en el que reflexiona “What am I? Just not a girl, a woman” y en un acto de rebeldía contra el paso del tiempo afirma “I’m not done still, I’m not done still”. Más allá de las letras, su música ya no tiene como protagonistas aquellas guitarras que volaban en las canciones de Sonic Youth, sino su voz desnuda y a menudo unos sonidos que parecen inspirarse en la naturaleza y acompañar de manera orgánica esa voz que casi ni canta, sino que a veces grita y otras recita susurrando.
La crítica a la vinculación del arte con el mercado es una constante en la obra de Gordon y una preocupación personal desde sus inicios, tal y como ella misma explica en su primer libro de memorias. Hoy, Kim Gordon se reafirma en su reivindicación de un arte que no busca la aquiescencia de la crítica o del público. Simplemente hace lo que quiere sin esperar gustar o cumplir con las expectativas de otros y así lo manifiesta en las pocas entrevistas que suele conceder. La sensación de libertad que desprende Gordon en el escenario y fuera de él hace pensar en alguien que, de una forma u otra, lo ha entendido todo.
En ese paisaje musical que es No home record, con su sonido a veces matérico y misterioso, hay una propuesta que nos llega con un aroma performativo, más experimental que acabada, en evolución continua, viva, como sigue estando la propia Gordon. Su música suena a la banda sonora de alguien que nunca fue musa, porque fue artista desde siempre. Parafraseando a Walt Whitman, Gordon contiene multitudes.
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