Tali Carreto: «Los festivales han perdido ese punto de Far West»

Desde la antigua Grecia los festivales de música han evolucionado sin perder ese ritualismo tribal identitario que los define, pero se han convertido en otro producto de la industria musical, olvidando lo principal: la música. Aquí, Tali Carreto, uno de los directores del Monkey Week, nos devela el Backstage.

Qué es un festival sino la masa que lo compone, de un lado y del otro del escenario. Sí, también las marcas, las ciudades que los rodean (cuando no los rodea la nada), las labels y los cazadores de bandas para distribución. Un conjunto de gente dispuesta a vivir un ritual, escuchar su música, emborracharse, pasar un rato con los amigos o vivir una experiencia musical completa, como vacaciones en un famoso Spa, un crucero o escalar el Everest.

Los festivales de hoy no son iguales a los conciertos de estadio, tampoco al Monterrey International Pop Festival, donde Hendrix quemó su guitarra, o la leyenda de Woodstock, New Orleans JazzFest, Lollapalooza, All Tomorrow’s Parties, sino la adaptación de todo lo anterior con algunos agregados: parrilladas, norias gigantes, circos acrobáticos. El espacio está hecho para el flujo de moléculas pensantes y amantes de la música popular, música que se encuentra embutida en plataformas de reproducción como Spotify o YouTube.

«…Y nosotros les dijimos que ese festival es prácticamente imposible»

Tali Carreto con pulseras identificativas del Monkey Week Foto: Luis Castilla

Dentro de esta vorágine de festivales en España, como Primavera Sound, Sónar, Azkena, BBK, Mad Cool, Cruïlla, y un largo etcétera, nos llamó la atención Monkey Week, por su dispersión a lo largo y ancho de Sevilla, no rodeados por la ciudad, sino tomándose la misma, como una especie de celebración que incluye a los propios vecinos. Así nos decidimos entrevistar a Tali Carreto, uno de sus fundadores y de sus directores, quien nos comenta apasionadamente un breve análisis de la música, el arte y el consumo en los festivales de música contemporáneos y su evolución desde los festivales masivos de los sesenta.

Hablando, entonces, de la evolución de los festivales ¿Cuáles crees que son las diferencias entre los que se montan hoy y los de hace veinticinco años?

Creo que la diferencia hoy es la proliferación de festivales. Antes era mucho más singular la experiencia de un festival, algo como una especie de peregrinación. Ahora está inserto en nuestra agenda cultural.

Creo que antes, quizás, sí se vivía como una experiencia atávica en algunos momentos y ahora no deja de ser un producto de consumo, una oferta más dentro de una amplia gama de propuestas. Esto ha hecho que surjan a su vez otro tipo de experiencias más singulares, como los festivales de boutique, festivales más especializados. Al mismo tiempo, hoy todo es mucho más accesible, o sea, la democratización de los festivales: cualquiera puede acceder a un festival de una manera más cercana y rápida que lo que ocurría antes. Antes tenías que prepararte e irte con mucho tiempo a un Lollapalooza para disfrutar de lo que en realidad era un festival. En cambio, este proximo año tendrás un Primavera Sound, un Sónar donde puedes vivirla.

Puede ser que se haya perdido un punto aventurero. Hoy en día las reglas del juego están muy marcadas y solamente vas aprendiendo temas de contratos, de producción. Ese punto creo que es la mayor diferencia entre aquellos festivales de los noventa y los festivales de ahora. Ahora está todo mucho más profesionalizado, en aquella época todavía tenía un punto de far west que le daba un encanto especial.

Los festivales son hoy en día uno de los pilares de la industria musical. Los otros pilares estarían conformados por las reproducciones en las diferentes plataformas (Spotify, Youtube, etc.), la venta de discos y los conciertos. Teniendo esto en cuenta ¿Cuál crees que es el rol de los festivales en esta industria?

Por un lado, los festivales no dejan de ser ese escaparate de producción que necesitan los artistas, pero, por otro lado, también es cierto que justo ahí se forma un círculo vicioso entre reproducciones de Spotify, reproducciones de Youtube y la relación con los festivales, porque justamente estos se crean en función del rédito de estos artistas, entonces si nos fijamos en carteles diseñados mirando solo las reproducciones en las plataformas tenemos un problema, porque se están cargando el circuito orgánico donde el artista crecía. Yo siempre intento llamar la atención sobre el problema que tenemos con las salas. Se habla mucho de los festivales, pero ahora estamos perdiendo el circuito de las salas ¿Puede un artista pasar de la nada a estar en un festival? Es muy complicado, todo dependerá precisamente de ese tipo de reproducciones.

«Hoy todo es mucho más accesible, o sea, la democratización de los festivales: cualquiera puede acceder»

Si al final van a sobrevivir los macrofeastivales o los festivales experiencia que están demasiado delimitados por un género o algún leit motiv,  ¿Qué ocurre con los festivales medianos o festivales que servían de trampolín a esos artistas medianos y que ahora perdemos?

Los festivales son un pulmón brutal para la industria, porque ponemos atención en los ingresos para un artista , para una agencia están en las reproducciones digitales y los conciertos que ellos puedan dar, se genera una tendencia a homogeneizar el mercado repitiendo demasiado ciertas fórmulas, ciertos carteles y puede que estemos asfixiando el crecimiento de los artistas. No puede haber un eterno Vetusta Morla o Love of Lesbian, tendría que haber diez alternativas a esos artistas para que el mercado se vaya oxigenando y sigamos creciendo.

Escenario en el Parc del Forum 2022 – Atardecer – foto:Daniel P. García

Es muy importante que los festivales empiecen a prestar atención a los artistas emergentes y tengan cierto compromiso con ese circuito. Existen sus excepciones, como el festival de Tomavista que tiene un cartel elogiable o más pequeños como el Cram o como el Canela, son festivales que ponen atención a las bandas pequeñas. Es importante que los festivales no vayamos solo de en busca del gran nombre o del rédito o de la venta de entradas directas.

¿Cuál es tu percepción de la música nacional? Porque lo que me cuentas es un poco pesimista.

Yo suelo ser optimista, pero con un discurso realista y los pies en la tierra. Hay cuestiones innegables, por ejemplo, el Puro Latino, un festival de reguetón, tiene un éxito brutal que lleva treinta mil personas al día prácticamente, con un público jovencísimo, pero ¿por qué ese público se acerca cada vez menos al Indie? Igual hay que realizar cierta tarea de educación, de promoción y de acercamiento hacia ese público. 

Por eso te digo que no soy pesimista, sino que intento ser realista y constructivo. Detectar problemas, fisuras, intentar dialogar y ver cómo se pueden solucionar. Si algo ha demostrado la industria musical y cultural de este país después de la pandemia es que nos podemos levantar y podemos seguir adelante.

«Los festivales… se están cargando el circuito orgánico donde el artista crecía»

Sí que me gustaría más en el sector musical es más conciencia de lobby, que es algo que veo en el mundo del cine, por ejemplo. Nosotros muy pocas veces trabajamos en red o dialogando. Las ferias ayudan, pero no dejan de ser momentos puntuales. Yo creo que deberíamos tener un diálogo todo el año como el que tuvimos durante la pandemia que pareció unir lazos. Esto ha empujado un poco a que ciertos estamentos de verdad nos escuchen. Nos da un poco de miedo esa conciencia de lobby, porque parece que es una palabra negativa, pero hay que verla desde un punto de vista positivo. En vez de llamarlo lobby, llamémoslo pansocialismo o comunidad o familia para hacer presión a las altas instancias de manera conjunta.

Si los festivales son una experiencia, donde no solo se vende la música, sino un concepto que, en algunos casos, incluye ferias y relaciones de negocios ¿Qué opinas tú de esto? ¿Es Monkey Week una experiencia?

Uno de los pilares de Monkey Week es que fuera, justamente, un festival urbano y utilizar escenarios que no fueran habituales. Es verdad que a raíz de la pandemia el año pasado trasladamos la mayor parte de la programación al Cartuja Center Cite, pero incluso ahí hemos tratado de reproducir una experiencia: hemos creado escenarios en el interior que lo hizo parecer una gymkana cuando estabas dentro, o mejor, un videojuego. Ese tipo de experiencias hemos intentado reproducir con Monkey Week y Monkey Weekend, el hermano pequeño. Así hemos tenido escenarios en un castillo, en un subterráneo, un garaje a pie de calle que se abre, hemos tenido conciertos en una iglesia, etc. 

«Monkey Week es un festival urbano y que utiliza escenarios que no son habituales»

Ese tipo de experiencias por un lado: el crear momentos insólitos en lugares insólitos, que es algo que hemos conseguido, y, por otro lado, el hecho de que el público asiste a un festival sin saber muy bien el cartel, te indica que va a vivir una experiencia. 

¿Cómo nace el festival Monkey Week y qué tiene que ver una revista en su nacimiento?

Sí, bueno, primero montamos una editorial que se llama La Mota Ediciones, en el momento en el que había un auge de las revistas gratuitas como Mondosonoro, pero había de revistas que no eran tan populares, pero super interesantes, la revista Dinamo que era una activo cultural de primera que tenían incluso un centro cultural en Madrid con conciertos, exposiciones, encuentros. En este boom decidimos montar nuestra propia empresa: crear una revista que fuera más acorde con nuestros gustos. Así creamos Freek, cuyo título era un juego de palabras entre freak y free, que trataba de lo que siempre nos ha fascinado que era la cultura popular, pero con un punto underground. Era una revista muy extraña porque igual tenía artículos sobre Lovecraft, sobre los predicadores norteamericanos del cinturón bíblico o sobre la eclosión del rock andaluz en los setenta. 

De la revista nació un festival que se llamaba Freekfest, que estaba orientado al Rock’n Roll, la escena Garage. Luego, a partir del Freekfest hubo un momento en el que Paco Loco y Enrique Bumbury, que estaban por aquí, tuvieron la idea de montar un festival como All Tomorrow’s Parties invitando a artistas que comisionen el cartel. Así, nos propusieron que nosotros lo produjeramos y nosotros les dijimos que ese festival es prácticamente imposible. De todas maneras, igual buscamos alternativas y recordamos una feria de teatro que se realizaba cada año en la ciudad de Santa María y que le daba vida al lugar.

A partir de esto se nos ocurrió hacer una feria musical porque no había ferias musicales en España. Ya estaba Vic, pero no había ferias musicales centradas en la música independiente. Entonces le dijimos a Enrique (Bunbury) y a Paco (Loco) «nosotros en realidad queremos hacer esto»; y nos dijeron «bueno, pues, adelante». De hecho, Enrique nos ayudó bastante y Paco siempre ha sido un apoyo. Bueno, a partir de ahí creamos Monkey Week y empezamos a andar. Creo que un año después llegó Primavera Pro y dos años después llegó Vida Festival. Con ambos tenemos una excelente relación. Pero de todas maneras, fuimos un poco pioneros,contando con muchos menos medios que este tipo de eventos.

De todas las ediciones anteriores de Monkey Week ¿Qué recuerdas con cariño o con especial interés?

Recordamos siempre con mucho cariño, en principio, los eventos de producción propia. Creo que el primero que se me ocurrió fue el de Hedwig and the Angry Inch, precisamente con Paco Loco, Leda Tres y Ken Stringfellow haciendo de Hedwig. Y fue un poco una locura, porque organizar los ensayos en diferentes fechas durante el año y la producción del show con la adaptación fueron difíciles. A partir de ahí, nos dimos cuenta que podíamos crear espectáculos de producción propia dentro del Monkey week y ahí empezaron diferentes propuestas que se han ido generando año con año, como por ejemplo El homenaje a la leyenda del tiempo en el que juntamos a Derby Motoreta Burrito Kachimba (DMBK), a Soleá Morente, a Rocío Márquez y a otros. 

La Big Rabia en Monkey Week 2018 Foto: Javistone

Por otro lado, yo recuerdo que en las primeras ediciones había bandas como Newman, como Guadalupe Plata, como Pony Bravo, como Fuel Fandango, que con los años se convirtieron en grupos que copaban las salas, que de repente estaban en todos los carteles de los festivales indies. Incluso, yo recuerdo en un Monkey Weekend a Rosalía

Y Finalmente ¿Qué esperas que quede en la memoria de los asistentes al Monkey Week de Noviembre?

Nosotros este año queremos revalorizar esa sensación de que el Monkey puede cambiar y reinventarse, pero mantener su esencia para que el público piense: estos hijos de puta lo han vuelto a hacer. Y este año también queremos volver a tener más presencia internacional que el año pasado costó demasiado a causa de la pandemia y al parecer todo volverá a funcionar como siempre. Lo mejor es que esta pieza fundamental del festival estará presente transformándonos otra vez en el Meeting Point de bandas extranjeras que fuimos antes de la pandemia

Para otras interesantes intrevistas, click aquí

Para más memes, click aquí

buscar
  • Follow us
  • facebook
  • instagram
  • twitter
  • logo
  • logo
  • logo
  • logo
  • logo

Utilizamos cookies propias y de terceros con el fin mejorar la navegación y ofrecer contenidos de interés. Si acepta o continúa navegando consideramos que consiente nuestra Política de privacidad y cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies