Michael Scott, el mejor peor jefe del mundo

The Office es una comedia que, como todas, delata lo más detestable del ser humano. No muestra modelos a imitar, sino lo contrario: evidencia la estupidez de esos comportamientos. Paradójicamente la cultura de la cancelación busca eliminar también estos personajes.

Hay días en que uno despierta con ganas de odiar, por la razón que sea, simplemente odiar a la masa porque despertamos creyendo ser más agudos, más sagaces, más dignos de montar el pony de la superioridad moral e intelectual. En esos casos, lo habitual es preparar un café cargado y buscar cualquier excusa para desatar el malestar mirando Twitter… y algunos días, Twitter nos devuelve la mirada.

Aunque ante comentarios como este, que rozan el absurdo, o que caen en picado en medio de él, hay que tener en cuenta la Ley de Poe, una máxima de internet que nos advierte de que en ocasiones las ironías y los sarcasmos resultan imposibles de diferenciar del material que se intenta parodiar. Algo me dice que estamos frente a uno de esos casos.

Pero da igual si la publicación que inició el asunto fue hecha con intenciones humorísticas, muchas personas se la tomaron en serio y comenzaron una de esas campañas que provocan grima y vergüenza ajena por partes iguales.

Ahora, ¿por qué sería tan ridícula una cancelación a Michael Scott por las razones que la tuitera entrega?

Lo primero, decir una obviedad: The Office es una comedia. No tiene risas grabadas, ni una línea de bajo eléctrico haciendo las transiciones de las escenas, no hay un público pagado tras las cámaras encargado de aplaudir o hacer ruidos de sorpresa, ternura o aprobación, pero es una comedia. Te puede hacer reír o no, pero es una comedia, de eso no hay ninguna duda, pero no una cualquiera.

“…Suponga que su mensaje es ‘Jefes del mundo, sean como Michael Scott”, tiene un problema”

Es una comedia que consiste principalmente en que la autoridad es un inútil, un incompetente, un inepto, en suma, alguien que está en la jefatura por razones que escapan a la comprensión humana. Es el emperador paseando orgulloso en toda su estúpida desnudez, como ocurre en muchos lugares de trabajo, ahí está el detalle.

The Office, en su versión británica y estadounidense permite que nos riamos del jefe, es una comedia en la que la gerencia hace las veces de bufón involuntario. Michael Scott es racista, sí, aunque ni siquiera entienda que lo es, y nos reímos de eso, no lo naturalizamos, no nos da igual, sabemos que es una comedia y nos genera vergüenza ajena porque asumimos que su racismo está mal, no importa si lo manifiesta por ser una mala persona o simplemente idiota.

Michael Scott es homófobo, sí, aunque ni siquiera entienda que lo es, y su manera de expresarlo es tan idiota que da risa, precisamente porque tenemos claro que la homofobia es algo propio de idiotas. Dudo que los espectadores, fuera de algunos simpatizantes de Trump, vean The Office y que aplaudan seriamente a Michael Scott por cada cosa que diga sobre la comunidad gay o latina a las que pertenece Óscar.

“Nos reímos porque no podemos creer que exista un jefe tan imbécil”

Michael Scott es misógino, sí, pero él no lo nota y cada vez que saca a flote su machismo, algún personaje mira a la cámara, con vergüenza, porque sabe, igual que nosotros, que las personas machistas y sus comentarios no dan risa, dan vergüenza.

Al final, nos reímos porque no podemos creer que exista un jefe tan imbécil y al mismo tiempo con tanta iniciativa, mientras la realidad nos recuerda que estos personajes existen, incluso en puestos de poder (no quiero nombrar a nadie, pero soy de Chile, no sé si me entienden).

Quien vea la serie y suponga que su mensaje es “Jefes del mundo, sean como Michael Scott”, tiene un problema más grande que la serie misma. Seguramente también pensará que Homer/Homero de Los Simpsons es la propuesta de paternidad ideal que entrega la serie, o que deberíamos cancelar Loca Academia de Policía porque promueve la formación de policías incapaces de cumplir con sus funciones (como si necesitaran ayuda para eso), o que Jojo Rabbit promueve la figura de Hitler como potencial amigo imaginario del público infantil.

¿Paternidad ideal?

Especulo que esta cancelación se relaciona más con el deseo de atención que otra cosa, y lo digo porque si entramos en su lógica, resultan ineludibles algunas preguntas:

Dwight, además de ser el lameculos del jefe, ha insinuado ser nieto de nazis. Si a ello sumamos algunas de sus opiniones sobre mujeres, homosexuales, inmigrantes, etc. ¿Por qué no incluir a este fascistoide en la cancelación?

“Quizás es preferible tomar estos personajes en serio y analizarlos críticamente”

Angela es una santurrona hipócrita, que discrimina a sus propios compañeros por origen étnico, orientación sexual o religión, mientras sólo muestra empatía por sus gatos y engaña a su prometido con el nazi de la oficina. ¿Por qué no incluir a esta arpía en la cancelación?

Jim es el típico jovencito de la oficina que trabaja poco, gasta la mayor parte del tiempo en hacerle bromas pesadas a un compañero, pero misteriosamente logra mantener el trabajo e incluso asciende a posiciones donde puede demostrar su incompetencia con un mejor salario. ¿Por qué no incluir a este bully con cara amistosa en la cancelación?

A partir de Aristóteles, la comedia es la representación personajes bajos y sus defectos para que tomemos conciencia de nuestra propia estupidez si llegamos a cometer esos actos.

Y así podríamos seguir con cada personaje, pero no lo hacemos, porque es una comedia, y nos reímos de esos defectos porque son mostrados precisamente como defectos, no como modelos de conducta.

Ahora, vamos a la pregunta de fondo: ¿tiene sentido cancelar personajes de ficción?

Haciendo la salvedad de que todo el mundo tiene derecho de hacer lo que quiera, creo que no tiene mucho sentido esta clase de cancelación en particular. Quizás es preferible tomar estos personajes en serio y analizarlos críticamente, especular sobre la función que cumplen dentro de sus respectivas tramas y los efectos en sus espectadores considerando al género que la obra pertenezca.

Por ejemplo, de qué nos sirve cancelar a Barney Stinson por ser criminalmente machista, si su función es llevar esa versión de la masculinidad al límite del ridículo, porque así se ven en la realidad los Barney Stinson: patéticos y ridículos. De qué nos sirve cancelar a Gregory House por ser un drogadicto y un jefe abusivo, si su función es precisamente mostrar los efectos que tienen los golpes de la vida y el dolor crónico sobre el ego de un genio. De qué nos sirve cancelar a Gendo Ikari por ser el peor padre de la historia después de Cronos, a Thanos por matar a la mitad del universo, a Aliona Ivanovna por explotadora y avara, al capitán Ahab por obsesionado y al dios judeocristiano por crímenes contra la humanidad. De poco, sin duda.

Cancelar personajes ficticios no solo es absurdo por lo ya dicho, sino que termina por difuminar aquello que precisamente deberíamos afrontar y cuestionar, en lugar de fingir que no existe, porque nos inquieta, nos ofende o nos genera algún otro malestar.

Para más polémica, click aquí

Para MEMES, click aquí

buscar
  • Follow us
  • facebook
  • instagram
  • twitter
  • logo
  • logo
  • logo
  • logo
  • logo

Utilizamos cookies propias y de terceros con el fin mejorar la navegación y ofrecer contenidos de interés. Si acepta o continúa navegando consideramos que consiente nuestra Política de privacidad y cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies