Ángel Sala: “Una parte de lo políticamente correcto es excesiva“

El director del Festival de Sitges habla de la visión y el aporte del cine fantástico, de terror y de ciencia ficción al séptimo arte y de cómo la corrección política ha afectado y beneficiado a este cine en la última década.

Ángel Sala, director del Festival de Cine de Sitges, maneja una amplia enciclopedia fílmica en su cabeza y no tiene empacho en hacer gala de ella. Atento al pulso del festival, así como a los problemas políticos, sociales y económicos del mundo contemporáneo y el modo en el que interactúan con su cine fantástico, logra ubicar siempre el referente cinéfilo que mejor se ajusta a cada conversación.

«Hoy todo se analiza demasiado y la comedia está destrozada»

Este abogado de profesión se transformó en el ejercicio de su vocación en guionista y crítico de cine, autor de libros como Tiburón ¡Vas a necesitar un barco más grande! El filme que cambió Hollywood (2005) o Universo Lynch (2006). Apostando por un estilo directo y pragmático, apelando a hechos antes que a la especulación -ya quiere coordinar, por ejemplo, la relación entre plataformas como Netflix y los festivales-, ha logrado darle un interesante perfil internacional al Festival de Sitges, reivindicando el papel del cine fantástico dentro de la industria global.

-Cuando asumió su dirección en 2001, dijo que quería hacer “un Festival de género fantástico sin coartadas”. ¿Qué tiene el género que resulta tan valioso? ¿Por qué necesitaba un festival como Sitges?

-El fantástico, en especial el terror, siempre ha tenido un problema, que muchas veces para validarlo se ponen excusas, cuando en realidad ha sido el motor de la evolución cinematográfica desde el comienzo del cine, desde Fritz Lang con Metrópolis o Murnau con Nosferatu, hasta autores que no se consideran del género, pero que han utilizado dilemas o conceptos del fantástico para establecer un lenguaje revolucionario como Bergman con Persona o Fellini con . ¿Qué director ha sido más revolucionario en las últimas décadas que David Lynch? También está la serie b, películas de los 70 y 80 que en su tiempo nadie les hizo caso y hoy se han rescatado como primordiales, o directores como George A. Romero. El género es importantísimo porque es el que más permite la transgresión, la ruptura de ideas preconcebidas y ha aportado más en romper barreras morales y de censura. Por eso dijimos que no queríamos excusas, ni techos, queríamos un fantástico abierto y expansivo. Lars von Trier, por ejemplo, tiene películas como Melancolía o La casa de Jack que en Sitges fueron fenómeno.

-¿En qué sentido lo fantástico ha sido más transgresor?

Lo fantástico lo que primero que consigue transgredir son los miedos. Nos enfrenta a lo que desconocemos. Pone en cuestión la realidad, lo cual es muy importante en la actualidad que esta tan mediatizada. ¿Qué es la realidad?, ése es uno de los cuestionamientos principales del fantástico moderno, con Inception, Matrix y hasta Her. Y eso lo fantástico lo ha sabido hacer desde antes de existir la realidad virtual. Transgrede también las barreras del discurso cinematográfico formal, rompe las líneas narrativas. El primero que transgredió el concepto de cine a través de lo fantástico fue El Gabinete del Doctor Caligari.

«Fue pionero lo fantástico con heroínas como Sarah Connor (…) o Ellen Ripley»

Igualmente transgrede barreras morales, parece más fácil hablar de temas complicados desde lo fantástico o del terror. En suma, es un género transgresor desde el punto de vista formal, conceptual e incluso social, con películas que ponen en cuestión toda una serie de situaciones de una sociedad determinada o de una época, como La noche de los muertos vivientes de George A. Romero.

-Se ha relacionado el cine de terror y sus diversas facetas con las paranoias y crisis del momento, interpretándose como alegorías de épocas convulsas: el ascenso del nazismo con el esplendor de los monstruos clásicos de los 30; la guerra fría y las temáticas de ovnis y extraterrestres. ¿Cómo es el horror hoy en día? ¿A qué traumas o crisis responden?

-Creo que el terror hoy en día sí está hablando de temas que nos afectan directamente. En Estados Unidos el terror de Jordan Peele o Ari Aster responden a dinámicas de esa sociedad, situaciones de racismo más radicales, e incluso cambios en el posicionamiento de la mujer. Lo que pasa también es que, si antes había miedos concretos, hoy todo se ha convertido en crónico. Antes había un miedo al nazismo y había una guerra mundial, ahora hay un miedo a todo, pero nada termina de desencadenarse. Quizá porque somos muy cuidadosos y no vamos a una guerra, pero todo se eterniza. Las crisis económicas se concatenan unas con otras, las recesiones, las enfermedades. Y el ansia, ese “angst” adolescente que en los ochenta era muy claro y sencillo, como una angustia casi divertida, “no sé qué va a ser de mí, pero mientras me lo paso bien”, ahora es diferente. Lo más existencial que había entonces era Stand by me; Critters o Goonies era el adolescente contra el monstruo. Hoy en cambio la angustia del millennial o de la generación z se ha traducido en películas como It follows o Crudo, porque el monstruo está dentro de mí. Es el adolescente que descubre que el peor enemigo es el mismo, su propia angustia existencial.

Jordan Peele

-La recuperación del cine de los 80 que se puede ver en Strangers Things, por ejemplo, esta tendencia de revisitar estética, temas o estructuras en series y películas, ¿considera que tiene que ver con una nostalgia? ¿Cómo se traslada al cine fantástico actual?

-Para mi generación sí tiene que ver con nostalgia. Había una serie de películas que nos hicieron vibrar, que creaban una mitología muy especial y que en su momento no se le dio el suficiente crédito. No podíamos influir en esa crítica que las destrozaba, así que ahora nos hemos encargado de reivindicarlas. Pero hay otra generación que se ha sumado porque ven que es una época que mola, porque se manejaban conceptos muy simples. Ahora estamos en un momento donde no hay claros posicionamientos ideológicos. La gente no se sabe si es de izquierda o derecha o de centro. Nadie asume su rol, ni los políticos ni nadie y hay una confusión tremenda. En los 80 había un enemigo concreto: los rusos, los monstruos -supongo que del otro eran los occidentales-, y esa sencillez gusta. Las canciones también eran sencillas, hablaban de amor o de luchar contra alguien. Cuando en Strangers Things empieza a sonar la canción de La historia interminable, tiene una tónica muy épica, liberadora. Hoy en día sería imposible pensar películas como ésa, o como La princesa prometida o Los Goonies. Hoy todas las películas tienen que ser importantes, trascender algo. Y cuando se las comenta se llega incluso a darles más importancia de la que tienen.

-Lo transgresor suele chocar con lo políticamente correcto. ¿En esta época, lo políticamente correcto afecta al desarrollo del género fantástico?

Sí, para bien y para mal. Hay una parte lógica: la defensa de los derechos de las minorías, la posición de la mujer. Pero en esto también fue pionero lo fantástico con heroínas como Sarah Connor en Terminator o Ellen Ripley en Alien, que es la segunda de abordo y la que sale a enfrentarse al monstruo, como Laurie Strode en Halloween. Las que luchaban contra los monstruos eran mujeres. Los tontos eran los chicos, son películas muy reivindicativas.

«Oldboy. Recuerdo el estrépito en la sala cuando terminó la película»

Luego hay una parte de lo políticamente correcto que es excesiva. Hoy todo se analiza demasiado y la comedia está destrozada. Es un género que está desapareciendo, porque incluso las grandes comedias serían infilmables. Hoy veríamos con malos ojos hasta a los Monty Python o a los Hermanos Marx, porque eran chistes y acercamientos que serían vistos políticamente incorrectos, con cierto machismo o racismo. El humor ponía patas arriba a la sociedad para que se riera, pero efectivamente para descubrir esos comportamientos los tenía que describir, ilustrar. Hoy es muy difícil hacer una película con estos corsés de lo políticamente correcto. No digamos del terror y la violencia. Que si hay tiroteos es culpa de los videojuegos o de las películas violentas. Y ahora acabamos de ver un acto directo de censura en los Estados Unidos, porque Donald Trump dijo en un tuit que The Hunt -que iba a estar en el festival-, era una película hecha para crear caos.

Ángel Sala, Director del Festival de Sitges

-En cuanto a la frase de Jordan Peele cuando le preguntaron que por qué no tenía protagonistas blancos y dijo: “porque ya he visto esa película muchas veces”. ¿Cree que ésa es una respuesta a lo que comentaba, que podríamos llamar un nuevo macartismo?

-Bueno, creo que es un problema que hay en EEUU y también en Europa. Hablamos mucho de Donal Trump pero aquí también tenemos como cinco Trumps. En el macartismo los medios periodísticos tenían mucha importancia, se hacían listas negras, se acusaba a la gente por la prensa. Aquí estamos con las redes sociales. Creo que las redes han sido un instrumento muy beneficioso de participación, pero muy negativo cuando se hacen señalamientos apresurados, injustos. Y creo que puede ser incluso más peligroso que un macartismo, más parecido a lo que pasaba en el régimen nazi, cuando en la ocupación alemana se delataba al vecino como judío, porque me subió el alquiler. Pasaba en Francia, hay una película de aquella época que ya lo denunciaba. Estos excesos pueden ser peligrosos también para la cultura, señalar una obra, un cómico o un director. Incluso movimientos que tienen mucho sentido como el #metoo, que viene denunciando situaciones que existen y vienen pasando, pero que también se puede usar de la otra manera.

-¿Qué caracteriza al género fantástico hoy? ¿Qué líneas resaltaría?

-Hay varias líneas interesantes. En la ciencia ficción hay un interés en abordar al individuo. Se utiliza al extraterrestre o la cuestión fantástica para ir más al tema del sentimiento, de explicar lo íntimo a través de la ciencia ficción. No es solo aquello del viaje al infinito, el vacío del viaje espacial que ya expuso a la perfección Kubrick. Se apuesta por una ciencia ficción que, a la vez que explora qué hay más allá, hacia dónde vamos en el universo, también aborda el posicionamiento del hombre, los sentimientos paternofiliales, los sentimientos humanos que se subrayan más en un concepto de vacío. The Arrival de Villeneuve o Interestellar de Nolan juegan con eso. Ahora también Ad Astra de James Gray, con Brad Pitt. Lo que importa más allá de la vía láctea, después de haber pasado por un agujero de gusano, es la relación con los tuyos, lo que dejas atrás. Y esas películas tienen mucho éxito, porque el que está sufriendo más hoy en día es el individuo. La gente necesita ese abrazo, esa empatía.
En el horror los discursos están explorando desde la psicología más íntima, hasta lecturas más político-sociales, pasando por revisiones meta del propio género. Hay mucho material y, de hecho, esta edición de Sitges está quizá un poco más inclinada hacia el terror. La situación social genera monstruos, pero también porque son películas que funcionan muy bien. Creo que le hemos perdido el miedo al terror.

-Sitges es un lugar de descubrimiento, dijo alguna vez. ¿Cuál considera su mayor “descubrimiento”, la joya que rompió esquemas?

Oldboy. Recuerdo el estrépito en la sala cuando terminó la película. No se esperaban una película tan transgresora, tan pervertida en algunas cosas, tan rompedora en todo. Y eso marcó muchísimo al Festival de Sitges. No era una película de terror, era un drama de venganza con elementos casi fantásticos, una cosa que no se había visto. Hay dos casos más, quizá no tan potentes pero que ilustran cómo se ha abierto el diafragma en Sitges y el público: Canino de Yorgos Lanthimos que venía de Cannes y el distribuidor nos dijo “a ver cómo reacciona la gente”. Y la reacción fue soberbia. La otra fue Holy Motors, una película prácticamente inclasificable, que es un drama, es terror, comedia negra… es todo. La decisión del jurado nunca había sido tan unánime. En el primer año que fui director, una película que marcó mucho fue Mulholland Drive, aunque Lynch ya era conocido, creo que las generaciones más jóvenes lo conocieron a partir de ahí. Y luego Donnie Darko. No fue una película muy comercial, pero ha trascendido en el tiempo, ganó mejor guion y se ha ido reivindicando. La prueba es que mucho tiempo después, vino Richard Kelly a Sitges a recibir un premio honorífico y fue como un fenómeno, lo trataban como una estrella de rock.

Donnie Darko (Kelly, 2001)

-¿Qué cree que resulta tan atrayente del cine de terror asiático?

-Hubo una época a finales de los noventa muy potente de terror, especialmente de Japón y Corea. El cine de Japón siempre ha sido potente, pero la gente no lo veía mucho, no llegaba. Películas como House o The Living Skeleton, de los años 60-70, fueron tremendamente rompedoras, pero no llegaron. Cuando aparece The Ring, la gente ve que tiene una forma nueva de hacer terror, como Kiyoshi Kurosawa. Una forma nueva en cuanto a temas, tratamiento narrativo, las películas no se explican tanto, con una narrativa algo críptica que exigen una participación más activa de la audiencia, de ahí que los remakes suelen estropearlas. Ahora bien, en los últimos cinco o seis años los actores siguen siendo los mismos, los pioneros: Bong Joon-ho, Park Chan-Wook, Kim Ji-woon, Takashi Miike, Kiyoshi Kurosawa… No ha habido grandes renovadores en los últimos 20 años, solamente en el anime, con gente como Kōji Morimoto, que han renovado el lenguaje de animación. No hay baja calidad, pero sí una repetición de esquemas.

-En los últimos tiempos ha habido mayor inclusión de películas dirigidas por mujeres. Más allá de los avances de una inclusión necesaria, ¿podría identificar temáticas, enfoques, técnicas o algún otro aporte o elemento distintivo que haya traído esta “mirada femenina”?

-Sí lo ha habido. Se están dando películas un poco diferentes. Por ejemplo, el peculiar tratamiento que tiene una película como Crudo de Julia Ducournau, en ese personaje adolescente que está tan bien delimitado, que no está glorificado, pero tiene sus aristas positivas y negativas y lo desborda hacia un plano de terror. La introducción del elemento femenino a nivel de dirección en lo fantástico es importantísima. Y esta nueva generación de cineastas muy activas en redes y festivales también ha generado un interés del público femenino. Se están ampliando públicos, temáticas, enfoques y también se ha generado una nueva crítica de mujeres.

-Las series están viviendo también una edad dorada ¿Qué han aportado las series al cine fantástico y al desarrollo del género en general?

-Hay mucha más violencia y mucho más gore en muchas de las series transmitidas hoy en las plataformas, que en las propias películas. Muchas tienen muy buen nivel de calidad, en especial de terror. Han permitido adaptar universos y abrir perspectivas. Por ejemplo, The Haunting of Hill House que está basada en una novela de Shirley Jackson, sirvió para dar a conocer una autora no tan conocida, clásica de la literatura de terror. Las series están abriendo nuevos caminos más allá de lo que antes era la adaptación cinematográfica, o a series residuales. A veces no me creo que se haya podido hacer una serie como Westworld que introduce tramas tan complicadas, pero que en la pantalla de tu casa parece se aceptan mejor que en el cine. Es la adaptación más cercana a Philip K Dick, a sus inquietudes, sin serlo. Las plataformas lo están permitiendo.

La casa de Jack (Von Trier, 2018)

-Las plataformas como Netflix o Amazon son alabadas por unos, criticadas por otros. ¿Cuál es su visión?

-En principio soy favorable. A principios y ya bien entrados los 2000, muchas películas no encontraban distribución en las salas de cine y, después de su paso por festivales, se quedaban colgadas. Las plataformas han cubierto una buena parte de ese déficit, y hoy muchas películas independientes o con presupuestos limitados se pueden ver. Además están produciendo, a veces de una forma bastante arriesgada. Está por ejemplo Okja de Bong Joon-ho. ¿Quién iba a producir una película de un hipopótamo gigante, del cual una niña se enamora y salva del matadero? Netflix no se equivocó al apostar por él, porque tres años después gana Cannes con Parasite. En Sitges la inauguración será con una película de Netflix: En la hierba alta de Vincenzo Natale, basada en un relato de Stephen King. Se estrena en Sitges y pasa a la plataforma directamente. La única forma en que se podrá ver esa película en un cine será en Sitges, al igual que I lost my body, una película de animación impresionante, ganadora de la Semana de la Crítica. Para un festival es importante poder ofrecer premiers, películas de autor que no podrás ver en el cine de otro modo, más que luego en streaming en casa. Puntos negativos, creo que hay cierto desorden. Hay que aclarar las reglas del juego, sobre todo el papel de los distribuidores tradicionales, la relación de las plataformas con las televisiones free, con los cines, con los festivales. No son cosas de legislación, sino de sentarnos todos y coordinarnos. Eso es urgente.

-A pesar del desarrollo que ha tenido el cine de género fantástico y todos sus aportes, muchas veces se lo sigue denostando. ¿Considera que se lo sigue catalogando como un género menor? ¿A qué lo atribuye?

-Afortunadamente cada vez menos. Hay círculos muy estrictos de “aristocracia cultural” que empiezan a ver con buenos ojos lo fantástico, sobre todo porque se viene haciendo una relectura de la historia del cine y se están revindicando como películas del género títulos que mucha gente no conocía. Ahora la gente se da cuenta de que una película de Bergman, como Persona, puede ser fantástica. A través de festivales y relecturas se están revindicando películas de autor que tienen mucha repercusión. Por ejemplo, Heridatary de Ari Aster o películas como las de Jordan Peele. Incluso se están reivindicando películas de cine b, películas que se estrenaban directamente en vídeo, dándoles la importancia que se les había negado. Claro, también se está hablando “horror elevado”, que es un término que no me gusta, porque intenta validar el género con elementos ajenos al mismo, partiendo de la subestimación. Pero sí hay ciertas personas que antes no entraban en lo fantástico y ahora consideran que está a un nivel… bueno, que hay que prestar atención. Ya no es solamente la película del finlandés rara, que no entiende nadie, que te aburre mucho, pero que es buena porque lo dicen cuatro señores, sino que ahora también hay otras películas que atraen la atención de esta crítica. Ya no hablo de Ari Aster que es un autor que hace prácticamente ensayos, sino incluso de películas como Múltiple de Shyamalan, que estuvo entre las mejores del año. Se ha roto un poco ese pedir disculpas por estar haciendo fantástico, o esa idea de que lo fantástico es de frikis, de cuatro chalados con camisetas de Drácula.

(The Joker) Cuando también amas al monstruo

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